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Una antinomia inaceptable

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1Una antinomia inaceptable Empty Una antinomia inaceptable Lun Nov 16, 2009 3:39 pm

Albert Reyes

Albert Reyes
Admin

Una antinomia inaceptable

¿Por qué Francis Bacon asevera que "es difícil hacer compatibles la política y la moral"? Desde la ética horizontal de Maquiavelo probablemente la respuesta deba ser afirmativa, no imposible. Me resisto a aceptar que estemos ante un dilema, y más aún, ante una contradicción. La política o es moral o no es política, será picardía, obstinado abuso del contrato social con la ciudadanía, explotación de los derechos ajenos, y prevaricación en la función pública. La sociedad o el pueblo no pertenecen al político, sino que éste es un servidor de la sociedad. Enriquecerse a costa del abuso del derecho o de la posición dominante, me parece una escandalosa prisa, merecedora de una exclusión y condena del susodicho político o gobernante. Nada justifica que un gobernante se extralimitan en sus poderes o en sus haberes, y menos aún que rompa unilateralmente desde su posición privilegiada - después de haberla adquirido gracias a la elección del pueblo - las reglas del juego democrático. Ser demócrata es ser escrupuloso con el sistema y los ámbitos de libertad moral que este posibilita. Ser un sinvergüenza en una dictadura debería ser mucho más usual que serlo en un sistema de derechos individuales garantizados. Por eso justamente están las instituciones: para preservar las garantías de los ciudadanos y de lo común, no para aliviar de ellas en beneficio propio e individual. Este es un delito mayor en un sistema de igualdad de derechos y deberes según la ley.

El problema de la moral y la política en nuestro caso es tal vez un problema de estructura y de procedimiento del sistema, no del propio sistema en sí mismo. Parece necesario enmarcar la acción política y de gobierno en un esquema de previsión y de garantías estructuradas que imposibiliten cualquier arbitrariedad y exceso de los poderes personales e institucionales. Montesquieu veía la razón fundamental de los equilibrios en el modelo de poderes y contrapoderes, de separación y corrección de estos poderes en virtud de unas instituciones vigilantes unas de otras. Me confieso en este sentido partidario de la Democracia americana, o del modelo anglosajón. Todo político queda sometido al entramado de vigilancias y contrapoderes que actúa sistemáticamente bajo el ojo de la ley, garantía suprema del orden y de la convivencia social. Para eso sirve el Parlamento y la Justicia. Sin justicia, ¿cómo quedan los ciudadanos desprovistos del peso de la norma? Desamparados, instrumentalizados, en un pleonasmo de excesos que tienden a la dictadura institucional o legal. El PRI mexicano abusar en sus 70 años de gobierno: era la dictadura perfecta, como la definió Vargas Llosa. El comunismo se extralimitó hasta absurdo en función de su proclamada justicia social, y en su nombre se consumó todo tipo de atrocidades sobre el individuo, que quedaría desprovisto de sus derechos de ciudadanía bajo la invocación kafkiana de unos supuestos beneficios sociales y económicos que la esclavizaban a la Dictadura del Proletariado o en la República Democrática. A la Democracia le sobran los adjetivos, pues en general la desnaturalizan.

El modelo español parece enfermo, y de la enfermedad se deriva la corrupción digamos de los pocos, pero que contaminan hasta el descrédito. Es preciso volver a la genuina democracia como principio y fin, como objetivo en sí misma. Si para ello debemos revisar la Ley, se revisa, si hay que reformar la Constitución, se reforma. No se puede deteriorar un hito tan prolongado y exitoso por los vicios de procedimiento de aquellos que disocian política y moral, como proponía Maquiavelo a su Príncipe. La virtud es, o debe ser, el ejemplar cumplimiento del servicio público, no la fortuna para perpetuarse en el poder, y por ello debe ser limitado este Poder en su norma de procedimiento y en su temporalidad. Nadie nace superior al otro, ni los reyes. Si no se entiende de esta forma, la Monarquía puede perder su sentido en estos tiempos de repúblicas al alcance de cualquier ciudadano que se haga merecedor de este destino o de éste función. Barack Obama es una demostración de lo que digo, al contrario del pseudo demócrata Chaves, el comunista Castro, o esta pandilla de "demócratas sucesivos", que se suceden a sí mismos en América Latina alterando sus Constituciones nacionales. La reelección sólo se "justifica" cuando es un derecho limitado. Más de 12 años en el poder ya son un riesgo: exceder de los mismos, una amenaza. Que pocos gobernantes se libran de la corrupción cuando patrimonializar el Poder más allá de los tres lustros! Y en eso iba tanto el "oasis" catalán como el andaluz: 20 años gobernando un municipio o una Comunidad Autónoma excede toda norma de prudencia, revienta todas las medidas de caución y se convierte en un quebranto para la Moral. Llegados a este punto, Francis Bacon adquiere en su afirmación un alto grado de verosimilitud, consagrando la probable antinomia de política y moral. Algo que me niego a aceptar por la misma razón que, llegados a este extremo, hayan de funcionar automáticamente los mecanismos correctores y los Tribunales cuando sea necesario. La ley es la ley, también por los todopoderosos políticos y gobernantes. Y si no fuera así, que se vayan, antes de cargarle al sistema todos los pasivos de su indignidad y de sus estragos. Si los partidos políticos no establecen la Ética como fundamento de su conducta, corren el riesgo de cuestionar su propia legitimidad.

http://www.e-politicae.com/articles.php?idm=2&item=34

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